Traducción: Chiara D’Ottavio
En Ítaca
De ida y de vuelta,
las extensas olas se arrastran
y con espuma surcan la arena;
la noche se oscurece y el mar
adopta el desesperado color
negro que usan las esposas
cuando su amor se acaba.
De ida y de vuelta,
el hilo enredado se afloja,
por arriba y por debajo y así;
por arriba y todo está cosido;
ahora, mientras ato un extremo,
desearía que algún amigo apasionado
apartara, impetuosamente,
estos dedos del telar.
Mis pensamientos agotados
traicionan mi alma,
justo cuando el trabajo se acaba;
rápido mientras el tramado está completo,
se vuelve ahora mi espíritu, rápido,
y rasga el diseño que está ahí,
las flores tan hábilmente labradas,
el borde de azul marino,
la costa azul marino de casa.
La tela era bella por demás,
aquella tela de imágenes,
embelesos que pensaba
que él tenía, que yo había perdido;
tejiendo su felicidad
dentro del telar,
tejiendo su fama y su ardor,
pensé que mi trabajo se había terminado,
oré para que sólo uno
de aquellos a quienes había rechazado,
se inclinara y conquistara
esta larga espera con un beso.
Pero cada vez que veo
mi obra tan bellamente
entramada y estoy por conservar
la imagen en su totalidad,
Atenea arrebata mi alma
y sesga mi entendimiento,
veo como columnas de lluvia
su carro y sus flechas,
veo caer las flechas,
veo a mi señor moverse
como Héctor, señor del amor,
lo veo equiparado con hermosos
y brillantes rivales y veo
que aquellos rivales menores huyen.
Los misterios siguen
Los misterios siguen,
Mantengo el mismo
Ciclo de siembra
Y de sol y lluvia;
Deméter en la hierba,
Yo multiplico,
Renuevo y bendigo
Baco en la vid;
Yo retengo la ley,
Mantengo vivos los misterios,
El primero de estos
Nombrar a los vivos, muertos;
Soy vino tinto y pan.
Mantengo la ley,
Retengo vivos los misterios,
Soy la vid,
Las ramas, vos
Y vos.
Sigilo
Deja ahora que el ciclo nos arrastre de aquí para allá,
no opondremos resistencia;
en algún lugar,
bajo la cornisa de un bosque,
un árbol silvestre de peras blancas
florecerá;
en algún lugar,
bajo el filo de una piedra,
un mar se abrirá paso;
una tajada de la marea
te exhibirá, a vos, en un coral,
en un caracol vacío,
a mí;
en algún lugar,
sobre la valla de un campo,
un ave salvaje
alzará su canto salvaje
y esa canción, al ser oída,
sofocará esta nota.
***
Hilda Doolittle (1886-1961), conocida como H.D., fue una escritora estadounidense. Su obra abarcó cinco décadas del siglo XX e incorporó obras de diversos géneros. Es conocida principalmente como poeta, pero también escribió novelas, memorias y ensayos, y realizó numerosas traducciones del griego.
Chiara D’Ottavio es estudiante de la Licenciatura en Letras de la UNR e integra la comisión editorial de la revista El Cocodrilo.
septiembre 2025 | Revista El Cocodrilo