Piazza del Duomo di Milano – La plaza de la Catedral de Milán
La Piazza del Duomo, che coincide all’incirca con il centro geometrico della città, è anche il centro della movimentata vita cittadina. Casta, di forma rettangolare, con i due simmetrici palazzi lungo i lati maggiori, fu sistemata, in funzione della mole del Duomo che le fa da sfondo, nel suo aspetto attuale da Giuseppe Mengoni nel 1861.
In fondo il Duomo (dedicato a Maria Nascente) il monumento massimo della città, grandiosa mole marmorea, trasfigurata da una fioritura di pinnacoli e merlature, il più vasto e il più complesso organismo che l’architettura gotica conti il Italia.
La plaza de la Catedral, que coincide aproximadamente con el centro geométrico de la ciudad, es también el centro de la agitada vida ciudadana. Amplia, de forma rectangular, con dos edificios simétricos a lo largo de los lados mayores, fue dispuesta en su aspecto actual, en función de la catedral que le hace de telón de fondo, por Giuseppe Mengoni en el año 1861.
En el fondo, la Catedral (dedicada a María Nascente), el emblema máximo de la ciudad, grandiosa mole de mármol, coronada por una floración de pináculos y almenas, el más vasto y el más complejo organismo que la arquitectura gótica cuenta en Italia.

Gli apriranno? – ¿Le abrirán?
Dopo così lungo cammino, dopo tante dure prove superate, dopo tanto sangue e spine, egli giunse alfine in vista del sospirato castello. Ma qui tutto era chiuso e silenzioso.
Luego de un largo camino, después de tantas duras pruebas superadas, tras mucha sangre y espinas, él quedó al fin frente al anhelado castillo. Pero todo estaba clausurado y silencioso.

Il babau – El Babau
A torto lo si considera una leggenda. La singolare creatura sempre vive tra noi, anche si benpensanti giornalmente si adoperano per sopprimerla. E sempre vivrà.
Quando sui terrapieni notturni vanno i treni… Vanno vanno… Allora librandosi a mezz’aria il Babau entra nei sogni dei bambini. Ma i maledetti cretini gli hanno dato la caccia. Poi Dio Dio mio, che cosa abbiamo fatto!
Equivocadamente, se lo considera una leyenda. La singular criatura vive siempre entre nosotros, aunque los bienpensantes se las ingenien para eliminarla. Y siempre vivirá.
(Cuando sobre los terraplenes nocturnos van los trenes… van van. Entonces, suspendido en el aire, el Babau entra en los sueños de los niños. Pero los malditos cretinos lo han cazado. Dios, Dios mío… ¡Qué hicimos!)

Un invadente parlamentare – Un intruso parlamentario
La stanza è completamente vuota di mobili. Ha una finestra a sinistra e una a destra, da cui ampiamente entra la notte. Dio solo sa perché la Linda è entrata stasera a curiosare. Proprio stasera, passava di là l’onorevole Rongo Rongo, il quale, appena l’ha vista, subito ne ha approfittato.
La habitación está completamente vacía de muebles. Tiene una ventana a la izquierda y una a la derecha, desde la que ingresa profusamente la noche. Dios solo sabe por qué Linda entró esta noche a curiosear. Justo esta noche, cuando estaba pasando por ahí el honorable Rongo Rongo, el cual, apenas la vio, inmediatamente se aprovechó de ella.

Il visitatore del mattino – El visitante de la mañana
Daniela stava accudendo alle pulizie domestiche quando arrivò uno strano tipo. La ghermì, le usò violenza, entrò letteralmente in lei, al punto di deformarla.
Daniela estaba ocupándose de la limpieza del hogar cuando llegó un extraño espécimen que, aferrándola con violencia, entró literalmente en ella hasta deformarla.

Le nuvole – Las nubes
─Adesso ti spiegherò, o Giacomino, un interessante fenomeno naturale. Il calore estivo provoca l’evaporazione dei boschi i quali, come tu vedi, si trasformano rapidamente in nubi, vale a dire ammassi di vapore acqueo. Ma tu non mi ascolti, Giacomino. Orsù, scuotiti. Si può sapere cosa stai guardando?
─Oh, Giacomino… Ahora te explicaré un interesante fenómeno natural. El calor estival causa la evaporación de los bosques que, como ves, se transforman rápidamente en nubes. Es decir, en cúmulos de vapor de agua. Pero no me escuchas, Giacomino… vamos, reacciona. ¿Se puede saber qué estás mirando?

Il sonno del Lanzichenecco – El sueño del lansquenete
Alle sentinelle, in quei tempi, incombevano grosse responsabilità: tutto sembrava allora cospirare contro l’ordine costituito. Perfino le pietre. Bastava per esempio che uno di quei baldi giovanotti, spossato dal servizio, chiudesse gli occhi per pochi istanti e lozo, i palazzi, via!
En aquellos tiempos, a los centinelas incumbían grandes responsabilidades: en ese entonces todo parecía conspirar contra el orden constituido. Hasta las piedras… Por ejemplo, bastaba que uno de aquellos valientes jovencitos, exhaustos por el servicio, cerrara los ojos por unos instantes y ellos, los edificios, ¡se iban!

I due leoni – Los dos leones
Fu Oribio Teneto che capitanò le milizie cittadine contro i due leoni feroci che assediavano Ortipegio; e si coprì di gloria.
Fue Oribio Teneto quien comandó las milicias ciudadanas contra los dos feroces leones que asediaban Opitergio; y se cubrió de gloria.

Il Vicario di Stinfeld – El vicario de Stinfeld
Era un uomo colto, fantastico e misterioso. Vagava di notte intorno ai castelli abbandonati. Si cibava di formaggini fatti con latte di vipera.
Era un hombre culto, fantástico y misterioso. Deambulaba de noche alrededor de los castillos abandonados. Se alimentaba de queso hecho con leche de víbora.

La vampira – La vampiresa
Non è che il sangue le piacesse poi tanto. Però era snob. Mandava sua sorellina in giro per la notte a suggere le vene. Il fatto è che la sorellina aveva un certo temperamento per conto suo.
Al final, no es que la sangre le gustara tanto. Era, sin embargo, snob. Mandaba a su hermana pequeña a rondar por la noche succionando venas. El hecho es que la hermana pequeña tenía su propio temperamento.

Strano fenómeno in Piazza Sant’Ignazio bis – Un extraño fenómeno en la Plaza San Ignacio bis
Le cronache narrano che nel 1516, nella piazza Sant’Ignazio, in quel di Fidenza, spuntò una protuberanza la quale in breve si eresse fino a superare i tetti circostanti; dopodiché nel giro di pochi giorni si contrasse, con grande stupore della cittadinanza, fino a sparire del tutto. Solo più tardi si ebbe la spiegazione: erano i lavori per la metropolitana del Diavolo.
Narran las crónicas que en año 1516, en la plaza San Ignacio, en Fidenza, apareció una protuberancia que rápidamente se elevó hasta superar los techos circundantes; después de eso, en el curso de unos pocos días se contrajo, provocando un gran estupor en la ciudadanía, hasta desaparecer completamente. Recién más tarde se tuvo la explicación: se trataba de la construcción del subterráneo del Diablo.

Dino Buzzati, entre la pintura y la narración
Con la pétrea forma de las Dolomitas, las montañas que habrá visto a diario durante la infancia y la adolescencia en su Belluno natal, sobre un prado verde en cuya extensión se diseminan extrañas figuras que resultan identificables y familiares –una estatua, campesinos, carros–, metamorfoseada por la fantasía visionaria o por obra de la transfiguración fantástica, Dino Buzzati pintó “La piazza del Duomo”, el primer cuadro de Le storie dipinte (2013) y también, cronológicamente, de su exposición personal en la galería Dei Re Magi de 1958. Desconcertante juego de apariencias, de similitudes y desemejanzas, en las cuales el observador distingue uno de los símbolos de Milano, el edificio gótico más imponente de Italia: la catedral y su plaza, a pesar de que la vista le advierte que allí, ya sea en la página o en la tela, lo representado es solamente el contorno de una montaña contra el cielo y sobre un extenso valle. Además de por el truco óptico, la asociación “montaña-catedral” se ve reforzada por el título de la pintura y un breve texto, casi una didascalia o un pie de foto, que la acompañan. Esa écfrasis simula confundir su referente, describir aquello que el observador debe ver en la pintura y no lo que está viendo. Seguro de su arte, de sus oficios, la obra pictórica de Buzzati confía en el poder evocador de las imágenes y de las palabras.
A los 46 años, antes de exponer sus cuadros y presentarse en sociedad (también) como pintor; antes de ingresar en la dinámica, en el circuito de reconocimiento del mundo de esta rama del arte, Dino Buzzati había acompañado los trazos sinuosos de su escritura, tanto en sus cuadernos personales como en las cartas que enviaba, con asombrosos y exuberantes diseños que revelaban su destreza pictórica. Incluso, en 1945, había ilustrado profusamente su libro “infantil” La famosa invasione degli orsi in Sicilia (La famosa invasión de los osos en Sicilia), publicado por la editorial Mondadori. Es decir, que Buzzati exploraba y experimentaba con el dibujo, con las formas y con tornar visibles las fantasías de su imaginación, era una de sus facetas conocidas y comprobadas por sus afectos más cercanos, por los destinatarios de su correspondencia, por quienes lo observaban en la redacción del Corriere della Sera corregir sus borradores y, por supuesto, por sus lectores.
Puede leerse como una humorada, acaso una ironía, que el autor de una novela como Il deserto dei tartari (El desierto de los tártaros), de la que Borges afirmó que “hay nombres que las generaciones venideras no se resignarán a olvidar. Uno de ellos es, verosímilmente, el de Dino Buzzati. Este libro es, acaso, su obra maestra” (2000, p. 7), y de relatos de la calidad narrativa de “I sette piani” (“Los siete pisos”) o “Una gocchia” (“Una gota”) se lamentara de ser víctima de un “terrible equívoco”: “Soy un pintor que, por hobby, durante un periodo demasiado largo de tiempo, ha trabajado de escritor y de periodista. El mundo, en cambio, cree que es al revés y entonces mis pinturas no se pueden tomar en serio”(2013, p. 143). Y en ese epílogo de Le storie dipinte, titulado “Un equivoco” (“Un equívoco”), lamentándose, agrega unos párrafos después, que la valoración de una obra, de un artista, de un hombre político dependen de un concierto de opiniones expresadas en los diarios, la radio y la televisión, que encasillan todo en categorías cerradas y que él es un ejemplo de esa estrechez de los juicios en la civilización de masas: “Por una equivocación calificado profesionalmente como escritor, encuentro como pintor una barrera frente a mí” (2013, p. 143).
Según la crítica de su tiempo, según las voces autorizadas que se expidieron sobre su quehacer pictórico, Buzzati fue un pintor figurativo, es decir, que sus pinturas tienden a ofrecernos objetos y paisajes identificables, reconocibles para el espectador. De hecho, así se asumía él, y queda constancia en las descalificaciones que murmuran en su contra los comedidos que se congregan para censurarlo, para despreciarlo, en el relato ilustrado “Il lasciapassare” que, a modo de edición facsimilar, precede a las pinturas de este libro: “figurativo” y “contenidista” son los insultos que le lanzan al personaje que ingresa como un indocumentado, subrepticiamente, en la città dei pittori.
“Los cuadros que pinto y que en mi opinión tienen más sentido son los narrativos” (2013, p. 19), declara Buzzati en una entrevista televisiva citada por Lorenzo Viganò en la “Introducción” de Le storie dipinte. Y agrega, párrafo después, otra cita recuperada de la revista Uomini e libri: “Mis actividades de escritor y de pintor emplean el mismo tipo de operaciones mentales” (2013, p. 19). Se explicita así la correspondencia, la simbiosis, la fusión de literatura (o narración) y pintura que se produce en la obra pictórica de Buzzati en la cual, aunque las imágenes puedan presentarse de manera autónoma, la potencia evocativa y narrativa de las mismas se incrementa gracias a las breves piezas textuales que se engarzan con ellas como piedras preciosas en joyas refinadas.
Y esa misma crítica reconoció que en las pinturas de Buzzati converge una selecta tradición de artistas de diversas épocas y estéticas, elegidos por un gusto cultivado y erudito, entre los que podemos mencionar, sin agotar la lista, pintores tan diferentes como Edvard Munch (1863-1944), Paul Nash (1889-1946), Arcimboldo (1527-1593), Hieronymus Bosch (1450-1516), Caspar David Friedrich (1774-1840), Lyonel Feininger (1871-1956), Pablo Picasso (1881-1983) y Giorgio de Chirico (1888-1978), estos dos últimos, los declaradamente favoritos de Dino Buzzati. Franca Roverselli profundiza el análisis de las “influencias” que se reconocen y divide la producción pictórica de Buzzati en tres categorías o etapas: el simbolismo del siglo XIX, la pintura metafísica y el surrealismo figurativo y una tercera, el Pop Art, como veremos un poco más adelante.
Por esta razón, la producción pictórica de Buzzati se integra, armónicamente, como una figura teselada, al universo imaginario que elaboró a lo largo de su vida este escritor, universo que se expresa, que se nos presenta, como predominantemente narrativo. En los cuadros encontramos plasmados los mismos hechos, los mismos miedos, obsesiones, pesadillas, ejércitos espectrales, voluptuosas mujeres que conjugan la sensualidad con la inocencia; las mismas situaciones y atmósferas misteriosas y amenazantes que recrean sus cuentos y novelas. Basta con comparar, si es que alguien lo considera necesario, “Gli apriranno?” (pp. 64 y 65) y la incertidumbre de esa figura quijotesca que se detiene frente al geométrico castillo representado sobre un fondo de un compacto celeste oscuro, con la llegada de Giovanni Drogo, el protagonista de El desierto de los tártaros, a la fortaleza Bastiani.
También se reconocen las mismas criaturas fantásticas que los lectores componemos en nuestra imaginación mientras recorremos sus relatos. Por ejemplo, “Il Babau”, en el libro Las noches difíciles (traducido al español como “El Coco”), adquiere en la pintura narrativa el aspecto concreto y definitivo que Buzzati le otorgó en su fantasía y que se puede contrastar con la minuciosa descripción que contiene “El Coco”: “Como es sabido, el Coco adoptaba formas diversas según los países y las costumbres locales. En aquella ciudad tomaba, desde tiempo inmemorial, los rasgos de un gigantesco animal de color negruzco, cuya silueta andaba entre el hipopótamo y el tapir. Horrible a primera vista. Pero no bien se le observaba con ojos imparciales, se percibía una expresión ni mucho menos malvada, por el pliegue indulgente de la boca y el centelleo casi afectuoso de las pupilas minúsculas en proporción” (Buzzati, 2010, p. 7).
Por otra parte, en Le storie dipinte conocemos visualmente a otras criaturas que no tienen su “relato” aparte en ninguno de los libros de Buzzati. Diversas y polimórficas, hallamos figuras fractales, antropomórficas, insectiles, arácnidos tal vez mecánicos con extremidades que culminan en pinzas y jeringas; seres lascivos y brutales que atacan, poseen y hasta parecen devorar o mimetizarse con sus víctimas.
Incluso podemos encontrarnos frente a pinturas narrativas que proponen mínimas escenas, fragmentos inquietantes que parecen estar desprendidos de relatos que podrían haber sido continuados para introducirnos en otros recovecos de la fantasía buzzatiana; núcleos narrativos que se ofrecen como una sugestiva totalidad, pero que bien admitirían una mayor extensión y complejidad, que se profundizarán a través de la elaboración de una trama conformada por catálisis, digresiones, descripciones, inmersiones psicológicas y todos esos recursos que manejan con destreza los escritores. Pero en esa prodigiosa condensación, en esa brevedad alusiva y exultante de fantasiosas vibraciones quedan en suspenso y se completan y potencian con la elocuencia de las imágenes.
Que el libro Le storie dipinte contenga producciones de la década de 1960 nos permite observar los cambios de su estética, influenciada por el Pop Art, y la incorporación de viñetas que se suceden desarrollando un relato, a la manera de los comic (como ya vimos en “Il Babau”), en varias de las obras que realiza durante estos años y que, en esa misma línea, darán lugar a la escritura e ilustración de la novela gráfica Poema a fumetti (Poema en viñetas) de 1969.
Llegados a este punto es inevitable recordar la conferencia de Italo Calvino “Visibilidad”, en la cual menciona dos procesos imaginativos: “el que parte de la palabra y llega a la imagen visual, y el que parte de la imagen visual y llega a la expresión verbal” (1989, p. 99). El primero se corresponde con la lectura; el segundo, con las imágenes que se proyectan en nuestra fantasía. Son estas imágenes mentales las que operan como disparadores de las pinturas-narraciones de Buzzati, quien nos deja constancia en sus cuadros del germen, de la semilla que contiene, aunque sea breve, una narración, una historia. La muestra que hemos presentado en esta presentación fortalece la idea de que, al igual que la literatura, el arte pictórico permite el descubrimiento de lo fantástico en los recovecos de lo cotidiano y que, en su trabajo como escritor y como pintor, Buzzati combina ambas artes, atrapando en sus pinturas, cristalizando, esas imágenes que llovían en su extraordinaria fantasía.
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Trabajo realizado por la cátedra de Literatura Italiana de Literatura Contemporánea: Arzuaga, Gonzalo; Ferroggiaro, Federico y Krause, Elías David
septiembre 2025 | Revista El Cocodrilo