ENTREVISTA A PATRICIO PRON

por El Cocodrilo

| Por Felipe Hourcade

Cuando llegué a Rosario, hace seis años, al primer rosarino que leí fue a Patricio Pron. Un escritor que no vive en Rosario, que no escribe sobre Rosario. Ciertas características, que leyendo la biografía del autor en la solapa y luego el libro mismo, saltaron a la vista: la capacidad de alejarse de los espacios conocidos, de inventar otros, de que el narrador se corra de lugar de modo que la voz narrativa se articule desde otro espacio y pueda hablar sobre X estando, biográficamente, en Y, o viceversa; la capacidad de moverse en el mapamundi dejando atrás categorías regionales, que pueden llegar a empañar la visión de un narrador.
A Patricio lo crucé, por primera vez, este año, en su tránsito por Rosario en el mes de mayo de 2022. Cuando lo vi, lo reconocí de inmediato. Un día antes, le había escrito para que me facilitara una nota sobre tres novelas contemporáneas que él había escrito y publicado en un medio de comunicación español. Habíamos quedado en contacto, me dijo que me enviaría la nota. Después, me lo cruzo en un aula de la Facultad de Humanidades y Artes, insólito, y lo reconozco de inmediato. Me acerco a él y conversamos un poco. Intercambiando mails, surgió la posibilidad de hacer una entrevista para Revista El Cocodrilo, la cual se reproduce a continuación.

Desde 1998 hasta 2022, publicaste un montón de libros. Empecemos desde el principio, y no me refiero a tu primera publicación (Formas de morir). ¿Hace cuánto que escribís? ¿Cuál es el primer recuerdo que tenés de estar escribiendo literatura?

Mi primer texto fue publicado por Rosario 12 en 1990, y realmente era mi primer texto; así que hace treinta y dos años que escribo. Naturalmente, uno no “empieza a escribir”, en el sentido de que no sabe qué es lo que hace cuando redacta ciertos textos, lleva un diario o cede a la tentación de imitar alguna obra que le haya interesado: que “empezó a escribir” sólo puede saberlo años después, cuando eso que comenzó a hacer en algún momento y sin proponerse nada tiene ya cierto peso y alguna forma; hasta entonces, lo único que uno hace es dejarse llevar por una especie de intuición y por sus lecturas, que son la manera y el modo más natural de escribir.

Pensando en el proceso de escritura, cuando escribís ¿lo hacés con ideas previas, con un “proyecto”, o te largás a escribir y sobre ese avance, a ciegas o no, se articula la narración?

La posibilidad de trabajar en un “proyecto” no excluye la de que durante el proceso de escritura surjan novedades o sorpresas; de hecho, tiendo a no dar por buenos los textos en cuya realización no haya descubierto algo que no sabía de antemano acerca de los personajes, la situación narrativa, la forma o mis propias ideas acerca de la literatura. Podría dar varios ejemplos de este “método”, por ejemplo en la escritura de relatos breves y cuentos, cuyo final a menudo es sorprendente para mí, lo sea o no para los lectores. De manera más general, cuando comienzo a trabajar en un texto lo hago sin tener muy claro si podré escribirlo, si se puede escribir un texto como el que me propongo llevar a cabo: es lo que sucede con relatos más o menos experimentales como “Índice de primeras palabras ordenadas alfabéticamente”, “Historia del cazador y del oso” 1 y 6 y “Decir que entendemos algo sería una exageración por nuestra parte”. También de novelas como “No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles” o “El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia”: antes de escribirlas no sabía cómo se escriben novelas así, y el proceso de escritura fue una forma de aprendizaje.

¿Cuáles te parecen las diferencias entre una obra que se escribe “sobre” un lugar y otra obra que se escribe “desde/en” un lugar? Pongamos por caso Rosario, ciudad en la que naciste y publicaste varios libros. 

No son pocas las diferencias, pero, incluso así, parece que pasan desapercibidas para muchos; por ejemplo, en lo que hace al término “literatura argentina”, que por lo general sólo admite la tautología: textos argentinos de escritores argentinos que escriben en la Argentina sobre la Argentina en el “idioma de los argentinos”. Por mi parte, como lector, los libros que más y mejor recuerdo, los que mayor impacto han tenido en mí y a los que espero que mis libros se parezcan siquiera un poco, son los libros que ponen en cuestión el lugar desde el que son escritos, las fronteras nacionales y la relación entre lengua y territorio. No se me ocurre ningún libro importante de la literatura argentina reciente que no haga esto último.

Siguiendo un poco la línea de la pregunta anterior, ¿cómo es la relación que mantiene tu escritura con la ciudad en la que vivís o transitás? Si es que tal relación, para vos, existe.

Viví en varias ciudades de tres o cuatro países distintos y hace veintidós años que me fui de mi país de origen, de modo que, para mí, decir a qué pertenecen mis libros y dónde y para quiénes fueron escritos es un ejercicio un poco fútil. Me gustan cierta transparencia que tienen las buenas traducciones y la extraterritorialidad con la que algunos textos desafían a los nacionalistas y a los que piensan en la literatura como en el fútbol, una cosa de “nosotros contra ellos” en la que está en juego el “orgullo nacional”. Madrid, la ciudad donde vivo en este momento, puede haber inspirado un texto u otro, como en su momento los inspiraron Rosario o algunas ciudades alemanas como Göttingen; pero nunca de manera muy explícita ni mimética. Fogwill me dijo en una ocasión que con la literatura no se hace turismo, y creo que tenía toda o casi toda la razón.

¿Qué estás leyendo ahora? De lo contemporáneo, ¿qué te gusta?

Me gustan y me interesan muchas cosas, pero mis gustos y mis intereses son bastante desconcertantes para las personas que me rodean; por otra parte, leo dos o tres libros a la semana, así que es difícil responder a la pregunta de qué estoy leyendo ahora. Volví de la Argentina con varios libros que tenía pendientes, y uno de ellos es El año de Artaud. Rock y política en 1973 de Sergio Pujol, que es la lectura de los próximos días junto con Satisfaction en la ESMA. Música y sonido durante la dictadura de Abel Gilbert. Eso es lo que estoy leyendo en este momento.

¿Estás preparando algo nuevo para este año?

Hay varias cosas dando vueltas en este momento, pero no estoy seguro de cuándo serán publicadas; por lo general, cuando termino de escribir un libro, paso a otra cosa, ya que los tiempos de la edición no son precisamente los míos. Lo más reciente, sin embargo, es un ensayito sobre literatura, crítica literaria, influencia y mercado que se puede descargar gratis en este enlace gracias al CSIC, el equivalente español del CONICET, y parte del diario de sueños, el Traumbuch.

Patricio Pron (Rosario, 1975) es autor de seis libros de relatos, entre los que se encuentran El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan (2010), La vida interior de las plantas de interior (2013) y Lo que está y no se usa nos fulminará (2018), así como de siete novelas, entre ellas, El comienzo de la primavera (2008, ganadora del Premio Jaén de Novela y distinguida por la Fundación José Manuel Lara como una de las cinco mejores obras publicadas en España ese año), El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (2011), Nosotros caminamos en sueños (2014), No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (2016) y Mañana tendremos otros nombres (2019); también de la novela para niños Caminando bajo el mar, colgando del amplio cielo (2017) y del ensayo El libro tachado: Prácticas de la negación y del silencio en la crisis de la literatura (2014).

Fotografía: Lisbeth Salas.

junio 2022 | Revista El Cocodrilo

Artículos Relacionados