TODO LO QUE TENEMOS HASTA AHORA, POR ANACLARA PUGLIESE

por El Cocodrilo

Mi amiga Florencia escribió un poema de Irene Gruss en una cartulina triangular, que representa un pañuelo blanco. El poema completo dice así:

 

Mientras tanto

Yo estuve lavando ropa
mientras mucha gente
desapareció
no porque sí
se escondió
sufrió
hubo golpes
y
ahora no están
no porque sí
y mientras pasaban
sirenas y disparos, ruido seco
yo estuve lavando ropa,
acunando,
cantaba,
y la persiana a oscuras.

Yo no sé si mi amiga Florencia sabía que Alicia Genovese analizó ese poema justo relacionándolo con las Madres de Plaza de Mayo. Alicia ve en él una mirada hacia la historia desde una domesticidad muy conservadora que confina a la mujer en el hogar y en el cuidado de los hijos, acunando y lavando, pero plantea que en el poema ese espacio es a la vez el espacio de una resistencia que no acepta del todo la reclusión, que se permite reflexionar sobre los acontecimientos históricos. “Al mismo tiempo la persiana a oscuras, imagen del confinamiento y la vida puertas adentro, también logra resguardar a los hijos y desplazarlos del escenario de la muerte. No hay acto heroico sino un espacio fisurado que interconecta la historia con mayúsculas y la historia con minúsculas”.

A continuación, Genovese relaciona el poema con la irrupción política durante los años de dictadura militar de las Madres de Plaza de Mayo. Las “madres” hacen resonar sus voces por fuera del ámbito doméstico para exigir respuestas por sus hijos e hijas desaparecidos, pero lo hacen “agitando un elemento que los valores tradicionales patriarcales no les pueden negar y deben respetar, si son coherentes con sus construcciones simbólicas, son madres”. En ese contexto político se produce, en la plaza pública y en la privacidad del hogar –al transformarlo en lugar de resistencia– una resignificación del rol tradicional asignado a las mujeres: el cuidado. “No solo el grito, el reclamo público de la consigna es político, una canción de cuna, vista no en su contenido sino como acto de enunciación, también puede serlo.”

Este 24 de marzo fue distinto. Las medidas de aislamiento social dictadas por el gobierno para prevenir la propagación de la pandemia del coronavirus hicieron que no marcháramos. Por eso conmemoramos el día con un “Pañuelazo blanco” que pintó ventanas, puertas, balcones, ascensores, terrazas y redes sociales con el símbolo de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y con el hashtag #panuelosconmemoria unido a #quedateencasa.

Después de ver en redes miles de pañuelos hermosos como el de Florencia, y de hacer capturas de pantalla con los frentes de las casas que más me gustan, me detengo a leer y me guardo algunas frases y creo una suerte de diálogo imaginario entre distintas voces, que puede ser un chat con un fondo de esas pelotitas con pinchos cortos que representan el coronavirus:

—La cuarentena deja en claro que no podemos esquivar el vínculo con los otros, que no podemos vivir sin esos vínculos, y lo deja en claro de un modo patente y angustiante a la vez —dice la psicóloga Marisa Germain, en una entrevista en el diario La Capital.

—La organización y la solidaridad es lo que siempre pregonaron los y las desaparecidos y es lo que nos va a salvar en este contexto —afirman desde Hijos Rosario.

—Hay que buscar en el distanciamiento forzado atisbos para la reconstrucción de una nueva forma de solidaridad —escribe en un post de Instagram la editorial Caja Negra.

—Parece un momento oportuno para aprender y acompañar otras formas de relacionarse con la vida y de armar comunidad —dice Dani Zelko en su Facebook. Y a continuación, una cita: “La historia cambia y la vamos a cambiar a través de una forma de vivir que es ancestral y es territorial y es política y es nueva. ¿Cuánto tiempo nos callaron?”

Sonidos de Rosario

Adolfo Corts tiene una página web con miles de sonidos, que por suerte no ocupan espacio físico en este plano. Su idea es registrar sonoramente la ciudad y –me parece– también quitar supremacía a la vista como el sentido de la memoria por excelencia. Ahora que la ciudad está quieta porque casi nada se mueve podrá grabar sonidos con muchísima profundidad de campo, sonidos nítidos a kilómetros de distancia que jamás habrá escuchado desde su casa. Para las 15 de hoy, se había convocado a la comunidad para un aplauso masivo para conmemorar el día de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

Adolfo propuso hacer un registro colectivo y colaborativo de esos aplausos. Son las 15:05 y desde mi terraza solo se escuchan llamadores, el viento de los fresnos y plátanos y algún perro a lo lejos. Cada tanto pasa un colectivo y ese es el único ruido humano: nada de aplausos. Pongo REC en el grabador y lo dejo sobre una silla camino muy lento y suaaaaaaave las plantas contra el suelo para no hacer ruido, porque cada vez que grabo algo con el Corcho –así le dicen a Adolfo– entiendo que no hay que intervenir, por lo que termino hablando con señas con él y riéndome con una mano tapando solo una sonrisa y mi pecho agitándose en leves exhalaciones para no contaminar el audio. Me alejo del grabador lento pero sin saber si en realidad debo interrumpir este silencio siendo la primera en aplaudir o no.

Más tarde, también en la terraza, mientras destendía la ropa y me acordaba de Irene Gruss y su poema de lavar ropa, sí se escuchó un aplauso. En estos días los aplausos a los profesionales de la salud en apoyo y agradecimiento por su lucha contra el coronavirus me tomaron siempre por sorpresa, fueron como un reloj sonoro que marcó siempre las 9 de la noche. Dejo la ropa en la pieza en el balde y como un mosquito no puedo evitar ir hacia una pantalla. Cristian Molina, mi exprofesor de Literatura Francesa, escribió en Facebook:

Aplauden porque se sienten en peligro. Cuando Macri degradó el Ministerio a Secretaría, nadie aplaudió o caceroleó así masivamente. Hoy había que aplaudir a las tres de la tarde por la memoria, la verdad, la justicia. En la cuadra, nadie lo hizo. Aplauden porque se sienten en peligro. Eso no es respeto por el otro ni una acción comunitaria; es puro egoísmo, miedo a la muerte e imaginarse a sí mismos atendidxs por unx de esxs médicxs a lxs que nunca bancaron en un paro o en reclamo salarial con aplausos. Y a pesar de que la primera noche me emocionaron estos aplausos, hoy entiendo que eran puro egoísmo. Ya no les creo ni ahí las buenas intenciones. Y mi marida trabaja en salud; la verdad es que ambxs sentimos que son una especie de broma los aplausos y nos reímos. Nada más. Besis!

Imágenes de futuro

En el chat de mis amigas muchas comparten actividades que están haciendo, no solo dibujos o escritos sino también clases de gimnasia. Mi amiga Estefi me compartió videos que su profe le mandó haciendo ejercicios que recomienda especialmente para ella. Desde que el mundo está mucho más quieto por la cuarentena y lxs humanxs no andamos corriendo o motorizados acelerando el ritmo de las cosas, proliferan las imágenes de ciudades con animales salvajes que andan por las calles como si fuera su hábitat natural. Parecen tranquilos y felices. Todo empezó con el video de los cisnes en los canales de Venecia y el agua cristalina que dejaba ver los peces. Mi imagen favorita es la de los elefantes que en China entraron en un campo, se tomaron todo el vino y terminaron durmiendo la siesta en espejo, como dándonos lecciones de armonía y perfección.

También es muy buena la imagen del Paraná con delfines y el agua turquesa, que abajo dice: “¡INCREÍBLE! 😱 Así amanece el Río Paraná por la cuarentena”.

Adorable el patio de la Facultad de Humanidades sin cemento, con cerezos, tulipanes y un guacamayo volando.

Parecen imágenes de una nueva era posthumana y pacífica. El futuro del planeta si los puntos del mapa que nos muestra el virus avanzando en tiempo real se unen y crean un gran manto rojo.

¿Qué vamos a construir luego de este pequeño apocalipsis? ¿Cómo van a ser las nuevas imágenes de futuro que vamos a construir después de estar meses adentro? ¿Cómo va a hacer este nuevo distanciamiento forzado para reconstruir nuevas formas de solidaridad? ¿Cómo tomar hoy en cuarentena el legado de los organismos de Derechos Humanos? Antes de acostarme, me hago esas preguntas, mientras leo en un libro de Patricia Turnes, una escritora y cantante uruguaya que me alegró el verano: “Yo creo que nuestra alma está hecha cien por ciento de recuerdos, recuerdos como perlas bien gruesas de miles de collares rotos que se van acumulando y ya no somos dueños de nosotros aunque parezcamos uno, porque ni siquiera ese tesoro es nuestro, simplemente no lo podemos apreciar. No somos los recuerdos, ellos son nosotros, todo lo que tenemos hasta ahora”.

Anaclara Pugliese nació en Arroyo Seco en 1989. Estudió Letras en la Universidad Nacional de Rosario. Publicó La sombra de las nubes (Editorial Municipal de Rosario, 2017), Dos poemas (Ediciones Arroyo, 2019) , Dos arcoíris & un desierto (La Vieja Sapa Cartonera, Santiago de Chile, 2019) y Megafauna (Mentazines, Rosario, 2019). En 2015 participó en el Festival Internacional de Poesía de Rosario y en 2019 en el Encuentro Nacional de Poetas con la Gente, en Cosquín, entre otros. Desde 2018 coordina un taller de poesía en la Unidad Penitenciaria Nº 5 de mujeres.

  (actualización marzo 2020 | Revista El Cocodrilo)


CRÓNICAS


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