“BORGES ESTUVO EN VILLAGUAY…” Y LOS PUNTOS SUSPENSIVOS ESTUVIERON MAL PUESTOS, POR MARIO DANIEL VILLAGRA

por El Cocodrilo

En la edición del lunes 9 de noviembre de 1981, leemos que el diario El pueblo tituló: “Borges estuvo en Villaguay…” [1], y los tres puntos suspensivos, que hacen referencia a una duda, estuvieron mal puestos, dado que Jorge Luis Borges efectivamente estuvo el sábado 7 frente a la plaza principal de la ciudad de encuentros, brindando una charla que se anunciaba como Mastronardi, un poeta entrerriano,sin embargo, —lo habitual en Borges—, la conferencia versó sobre literatura y literatos; de Borges. Salvo que los tres puntos hayan sido utilizados con ánimos de no interrumpir el discurso de Georgie, es decir, que estos tres puntos sean consecutivos y sugieran pensar una continuidad de Borges situada en la provincia de Entre Ríos.El bisabuelo inglés de Georgie, Edward Young Haslam tiene sepultura en el cementerio de Paraná, la actual capital de Entre Ríos. La lápida dice: “Los que siembran entre lágrimas cosecharán con alegría”, en inglés, pues, según dice el propio Borges, nació en Inglaterra en 1813:

“El abuelo materno de mi padre, Edward Young Haslam, editó uno de los primeros periódicos ingleses de la Argentina, Southern Cross, y se había doctorado en Filosofía o en Letras (no estoy seguro de cuál era la disciplina) en la Universidad de Heidelberg. Sus medios no le permitían estudiar en Oxford o Cambridge, por lo que marchó a Alemania, donde obtuvo su título después de haber realizado todos sus cursos en latín. Murió en Paraná” [2].

*Tumba del abuelo de Borges, en Paraná. Gentileza de Fernando Ponce.

La lápida se encuentra a los márgenes del cementerio católico, puesto que el Sr. Haslam era protestante. Edward había arribado a Paraná, antigua capital de la Confederación Argentina 1831-1861, junto a una hija, Frances Ann (Fanny), en visita de su hermana mayor Caroline, casada con Jorge Suárez, un ingeniero italiano-judío que mantenía con Urquiza el negocio de los trenes tirados por caballos. Hechos que, entre un Borges literario y un Borges biográfico, comienzan a tener un cruce de datos. Según se lee en La tumba marginada de un ilustre desconocido, las obras para unir la ciudad con el puerto “de mayor magnitud para la época, se iniciaron en el año 1872, y en junio de 1873 quedaba habilitado al servicio público el primer tramway de Paraná” [3]. Ahora bien, sabemos que Borges ha dicho que en aquella ciudad Fanny Haslam conoció al coronel Francisco Borges en 1870 o 1971. A pesar de esa incoherencia en los datos, de todas maneras como se lee en el Ensayo autobiográfico “se enamoraron el uno del otro y terminó en el casamiento” [4], y eso es trascendental para la vida de Borges.

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*Frances, Edward, Caroline. Fuente: Textos recobrados. Ed. Sudamericana (2011).

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*Francisco Borges. Fuente: Textos recobrados. Ed. Sudamericana (2011).

La abuela de Borges fue muy influyente en los relatos de los personajes de fronteras, “Simón Coliqueo, Catriel, Pincén y Namuncurá”[5], pero también imaginemos que lo fue para la literatura inglesa; Borges llegó a brindar seminarios de poesía en la Asociación Argentina de Cultura Inglesa. Y, según se sabe por él, Fanny Haslam “había nacido en Staffordshire, de una familia originaria de Northumberland. Un juego de circunstancias casi inverosímil la llevaron a América del Sur”[6]. Sin embargo, lo real es que Fanny llega con su padre, y no sabemos si con su madre, Jane Arnett, de visita a la hija mayor. Allí, Edward Young Haslam, se queda para dar clases de literatura inglesa en el Colegio Normal, creado en 1870, y muere el 21 de septiembre de 1878. 

Por la otra rama del árbol genealógico, el abuelo de Borges era uruguayo. En tal ensayo, el mismo escritor del Río de la Plata comienza diciendo “yo no sabría decir si mis primeros recuerdos remontan a la orilla oriental o a la orilla occidental”[7]. De hecho, la escritora y traductora al francés de Borges, Silvia Baron Supervielle, dice:

“Borges es uruguayo por su madre y por su padre. En 1832, dos años después del establecimiento de la Constitución, nace en un lugar asignado de Montevideo Francisco Luis Borges, abuelo paterno del escritor. Él encuentra en argentina, en Paraná, provincia de Entre Ríos, a la inglesa Fanny Haslam”[8]. Fruto de ese amor nace, el 24 de febrero de 1874, Jorge Guillermo Borges [9]. Según se sabe también, ese mismo año el coronel Borges encuentra la muerte en una guerra civil. Respecto a su abuelo, Georgie dijo: “no puedo evitar que me toque todas las mañanas la idea de que la marca de la navaja que yo uso es la misma que la marca del arma que mató a mi abuelo”[10].

Metáfora o no; solamente Borges podría explicarlo. Por ahora, no podemos asegurar, como lo hace Supervielle y el mismo Borges, de que por parte de la madre haya rasgos uruguayos. Por lo pronto, se sabe que Leonor Rita Acevedo Suárez nació en Buenos Aires, el 22 de mayo de 1876, y que junto a Guillermo Luis Borges tuvieron a Jorge Luis y a Norah. Además, que entre padre y madre, por propias inclinaciones hacia la literatura, sea escritura o traducción, en la infancia de éstos siempre existieron bibliotecas y que ellas conformaron, para el escritor, la idea del paraíso.

*De pie: Norah y Guillermo Luis Borges. Sentados: Jorge Luis y Leonor Rita Acevedo Suárez.

Volviendo a la relación de Borges con Entre Ríos, vinculación entre biográfica y literaria, en 1921, el padre, Guillermo Luis Borges, escribió Los Caudillos. De la obra publicada originalmente en España, comenta Borges en su autobiografía que son “recuerdos de viejos tiempos durante la guerra civil de los años 70 en su Entre Ríos natal”[11]. Pero este indicio no es solamente el único entre esa relación dual que une a Jorge Luis Borges con la provincia. Sabemos por boca del propio autor, que en la estadía familiar en Europa, de 1914 a 1921, a causa de un tratamiento en la vista, entre los libros que viajaron en sus maletas uno estaba dedicado por el autor, leído y releído [12] Evaristo Carriego (1883-1912). Este poeta de Entre Ríos fue inspiración del texto que Borges escribiera en 1929-30, y con el cual consiguió el premio municipal de literatura otorgado por la ciudad de Buenos Aires. 

De manera tal que la relación con Evaristo Carriego también se desarrolla entre un Borges biográfico y un Borges literario, a no sorprendernos. De hecho, recordemos el comienzo de “Borges y yo”: Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Es decir, por un lado, hay un Borges, el biográfico, que conoce a Carriego por intermedio del padre, Jorge Guillermo Borges, y, por otro, hay un Carriego que se puede conocer por la literatura de Borges. Pero ese horizonte entre los dos Borges es estrecho o como testifica en una entrevista: “todo lo que yo escribo es algo biográfico (…) corresponde a una experiencia personal, sobre todo a una pasión personal”[13]. ¡Entonces siempre hay que precisar a qué etapa de Borges pertenece cada hecho relacionado con Borges! 

Entre Evaristo y Jorge Luis había 16 años de distancia, pero los unía esa Buenos Aires de casas bajas y su tendencia al anarquismo de las ideas. Ahora bien, en la entrevista con el periodista Antonio Carrizo, de la que ya hicimos uso, Borges deja clara una similitud y una diferencia significativa. Lo hace cuando habla de una anécdota con su madre, Leonor Acevedo Suárez, donde ella dice: estoy harta de tus guarangos y de tus cuchilleros, y esa es una similitud entre ambos: el tema. La diferencia la dice el mismo Borges en dicha entrevista: “salvo que él (Carriego) los conoció personalmente, y yo alcancé a conocer algunos, digamos, cuchilleros jubilados”[14]. Lo cual reafirma, entiendo, eso que Borges declara como menos documental que imaginativo[15], haciendo alusión a la elaboración del libro ensayístico publicado en 1930. En síntesis, Carriego pertenece al Borges de las mitologías del arrabal, como dice en Borges y yo, pero siempre de esa ciudad, en efecto, donde conociera a Carlos Mastronardi, precisamente en la librería Samet de la Avenida de Mayo; “recuerdo que hablamos sobre alguien que era, digamos, paisano de los dos, sobre Evaristo Carriego, el entrerriano que descubrió las orillas de Buenos Aires y era vecino nuestro”[16], como estampa la impresión que tiene Borges sobre Mastronardi.

Ahora bien, volviendo a Borges en Villaguay, tratándose de Mastronardi la charla, la primera pregunta que nos hacemos es: ¿en esta conferencia de 1981, la semblanza que Borges hace de Mastronardi qué aspectos históricos toma?, ¿qué anécdotas?, ¿qué rasgos personales? Es plausible que esta charla sea una continuidad del discurso pronunciado en 1975, titulado La violenta luz de la gloria, que Borges brindó con motivo del reconocimiento a Carlos Mastronardi con el Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía. Luego, en 1986, Borges titulará Evocación a Mastronardi, semblanza con opiniones borgeanas —desde lo negativo o lo positivo—, como recuerda la investigadora Longo en “La herencia entrerriana de Borges”[17]. Las similitudes existen, pues, coincidentemente, Borges habla de “la metodología del rigor expresivo” de Mastronardi y de la “importancia literaria de Lugones”, sobre el cual, de hecho, comienza a hablar Borges en Villaguay[18]. De lo que no hay dudas, es que este hecho marcó un antes y un después, y que despertó críticas que nunca fueron contestadas.

Habían pasado varios años de la última vez en que Borges no pisaba suelo entrerriano. Al menos, según los archivos públicos, desde 1952. En aquella oportunidad las ciudades escogidas fueron Paraná, Nogoyá, Gualeguay y Gualeguaychú. Según se lee en el trabajo de Fitzgelard, titulado El escritor y nuestro tiempo: la conferencia de Entre Ríos, 1952, de aquella visita a la provincia no existen más que registros periodísticos. Ahora bien, el caso de Villaguay en 1981 es distinto, pues, por fortuna, contamos con fotografías que lo demuestran —ya volveremos sobre ellas—, como así también publicaciones periodísticas y una cinta de casete que facilitó el poeta Miguel Ángel Federik, integrante de Proas, por cierto, los organizadores de aquel evento. En lo que se refiere a Borges, ¿cuál de todos los Borges estuvo en Villaguay?

Del Borges poeta, tengamos en cuenta que, ese mismo 1981, en el prólogo de La Cifra, dijo: “el ejercicio de la literatura puede enseñarnos a eludir equivocaciones, no a merecer hallazgos”, lo cual nos invita a pensar en que, en este caso,el valor no está en el hallazgo de documentos diversos sobre la visita de Borges a Villaguay, sino en rehuir a que este elemento narrativo para la memoria y la historia de un pueblo muera en el olvido; eso sería la equivocación. Pero no fue el escritor quien visitó la ciudad, tampoco el poeta: fue el conferencista.   

Desde el día cuatro de ese mes su nombre ya circulaba por las calles: Jorge L. Borges disertará el sábado en Villaguay[19], titulaba el diario El Pueblo, mientras el epígrafe de la foto decía “tomada esta mañana en el despacho del intendente municipal de nuestra ciudad”, lo cual nos muestra que estábamos ante un hecho que rozaba lo institucional, “poco después de que el señor Francisco P. Dunne informara en rueda de prensa la conferencia de Jorge Luis Borges el sábado en Villaguay”, por si no quedaba claro con el título. Pero más allá de ver a la señora Nilda Arrechea de Álvarez, secretaria de gobierno, al Dr. Abraham Arcushin, presidente de la Comisión Municipal de Cultura, y al Dr. César Nogueira, en representación de la Asociación Cultural Proas, lo interesante es dimensionar un agrupamiento tal de instituciones de Villaguay, mancomunando fuerzas para traer a Borges: Bancos de la Nación Argentina, de Italia y Río de La Plata, Entre Ríos, Comercial del Norte e Institucional Cooperativo, Caja Forense de Entre Ríos, Colegio de Escribanos, Circulo de Farmacéuticos, Circulo de Odontólogos, Sociedad Española, Sociedad Italiana, diario El Pueblo y Crónica[20]. A pesar de todo el esfuerzo, ¿qué queda de todo aquello?, ¿representa este hecho las actuales aspiraciones culturales de los escribanos, los farmacéuticos, etc.? No lo sabremos, lo que sabemos es que el capital financiero, tendiente a la centralización y concentración del capital, hizo que cerraran la mayoría de aquellas entidades bancarias mencionadas.

Sin embargo, no todo está perdido. Si bien la conferencia tendría una duración de 60 minutos aproximadamente, las grabaciones digitales que tenemos a nuestra disposición suman 59:51 minutos. Con lo cual se podría decir que sobraron nueve segundos, que el tiempo alcanzó para la conferencia, y el posterior diálogo entre el escritor y los asistentes, donde se podrían “debatir distintos puntos en lo que hace a los temas que él mismo desarrolla”, o al menos eso es lo que se anunciaba aquel primer miércoles de noviembre de 1981, cuando se nombró por primera vez la visita de Borges a Villaguay.

Con la nota del jueves 6 de noviembre de 1981 se puede establecer un diálogo entre sus afirmaciones y nuestras preguntas, que complejiza nuestro trabajo: nos preguntábamos qué Borges visitó Villaguay, el escritor, el poeta, el ensayista o, finalmente, el conferencista, pero ahora, revisando el archivo, se nos agregan más atributos: el “estilista y académico que es Jorge Luis Borges”. Y no solamente eso: 

Borges, el inmenso Borges de la poesía profunda y razonada; Borges el consagrado por el aplauso de tribunas internacionales; el autor de El hombre de la esquina rosada, La historia de Rosendo Juárez, Luna de enfrente, Cuaderno de San Martín, Evaristo Carriego, La hermana de Eloísa, Poemas, Inquisiciones, Otras inquisiciones, etc. estará por primera vez en Villaguay. Y todo hace suponer que Villaguay lo recibirá como corresponde, en reconocimiento de sus enormes merecimientos que dan lustre a la Argentina intelectual.

Lo cual no deja de ser cierto y pone fin a nuestro interrogante sobre qué Borges estuvo en Villaguay: Jorge Luis Borges, el que todos conocemos. Por esa razón, creemos que es más conveniente que pasemos a reseñar a quien lo secundó en la mesa, Roberto Alifano, para hablar de “uno de los poetas entrerrianos más brillantes y fecundos: Carlos Mastronardi”, como anunciaba el diario. Alifano, al momento en que se reescriben estas líneas, él también sigue escribiendo. Nació en 1943 y ese mismo año en que estuvo en Villaguay publicó su primer libro relacionado con Borges. En todo caso, durante la velada que nos importa, comenzó puntualmente diciendo: 

“Argentina ha tenido, tiene, y, por cierto, seguirá teniendo poetas. Entre Ríos tuvo un poeta que se llamó Carlos Mastronardi. Vamos a hablar de Carlos Mastronardi pero vamos también a evocar a otro poeta argentino al que Mastronardi, del que Borges y yo fuimos amigos, admiraba mucho, me refiero a Leopoldo Lugones. Borges quiso que este homenaje a Mastronardi lo hiciéramos también extensivo a alguien que nos regaló hermosos libros y extraordinarios e inolvidables poemas. Bueno, Borges, qué le parece si comenzamos esta evocación de Lugones a través de sus palabras.”

Pero para ese comienzo memorable aún faltaba. Aguardaba, incluso, la noticia del mismísimo sábado 7 [21], donde se anunciaba, una vez más, al “poeta, escritor”, con dos nuevos atributos “cuentista imaginativo” y  “filósofo”, visitando la ciudad.

De hecho, a pesar de que la presencia de Borges en Villaguay era inminente, en el titular de la jornada leemos “Borges hablará esta noche sobre Mastronardi en el Club Social”, como si ese verbo conjugado en futuro jugara, inconscientemente, a confundir al lector ante un hecho predominantemente presente. Incluso, se puede advertir un cierto temor a cualquier reacción de Borges, pues, a pesar de que la ciudad vestiría “sus mejores galas para recibirle y agasajarlo”, se toma el recaudo de aclarar:  “en la medida en que él mismo acepte ser agasajado… ya que es bien conocido su temperamental comportamiento de hombre sabedor de su propia valía”, lo cual pareciera suponer que Borges no era quien escribía sobre hombres bravos y justicieros, sino que él mismo era uno de ellos.

Pero no era para menos, en 1981 Borges ya era “patrimonio nacional y patrimonio también de la cultura humanista”. En ese mismo ejemplar ya podemos augurar un clima al leer “han quedado cubiertas todas las comodidades de la sala”, lo cual habrá asustado a más de uno. Por suerte, oración seguida, se aclaraba que quedaban algunas entradas que “serán para escuchar de pie”, lo cual brindaba alguna posibilidad más para los que aún no tenían la tarjeta con un costo de 20.000 pesos de entonces. Simultáneamente, faltaba dar un dato importantísimo, no solo para quienes tuvieran ya su tarjeta, sino también para aquellos que intentaran probar suerte y colarse: las puertas se abrirían a las 19:30 y se cerrarían a las 20 horas y quien no estuviera a tiempo quedaría afuera. ¡Imagínese esas 40 personas que viajaron desde el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay hasta Villaguay, lo que habrán rogado para que en esos 130 kilómetros que separan una ciudad de la otra, no le pasara nada al ómnibus en el que viajaban! Lo cual es verdad y “demuestra así el interés despertado en otros puntos de la provincia”, como anunciaba el diario del día del evento. De hecho, el encabezado de la tarjeta de invitación decía La Ciudad de Santa Rosa de Villaguay presenta, es decir, la ciudad en sí, toda, invitando entera a presentar un Borges con 82 años. Nadie podía faltar. 

***

*A propósito de la foto [extracto del capítulo III de Borges estuvo en Villaguay… y los puntos suspensivos estuvieron mal puestos: Ahora sí, la charla. “Media hora antes lo metimos a una pieza mientras afuera ponían más sillas; había más gente de la que pensamos”, nos confesó Miguel Ángel Federik cuando le enseñamos una fotografía en el marco de este trabajo y que confirma esa previa a la conferencia. Son seis personas; tres parados y tres sentados. No se puede escuchar, pero, según Federik, hablaban de las frases célebres de Mastronardi. Sin embargo, hay un pseudo diálogo entre sus cuerpos, ellos transmiten indicios respecto de las personas, algunos sueltos, otros tensos e inseguros. En el centro de todas las miradas, sentado en un sillón, Borges sostiene el bastón con sus manos; el contacto denota que siente familiaridad y cariño con ese objeto que lo ayuda a caminar; también con ese momento, del cual diría en la conferencia “quizás esta sea la última vez que yo esté en Villaguay […] todo acto cuando uno ha cumplido la imprudencia de cumplir ochenta y dos años puede ser último, todo acto puede ser un adiós”. A la izquierda, compartiendo el mismo asiento, Alifano, de piernas cruzadas, está atento a la charla, una mano levemente levantada como si estuviera preparado para interrumpir y discutir sobre el ingenio de Mastronardi para esa especie de irónicos halagos; tópico que trajo a colación Federik, que con las manos en ojiva no deja de atender a los demás que participan de la ronda, en abierta posición de escucha, ostentando una dosis de posición de poder, solo, sentado en el sillón restante. A su derecha, parado, el entonces Juez de Instrucción Dr. Fillipuzzi porta anteojos y, detrás de los vidrios grandes y oscurecidos, su cara expresa, parece, una sensación de molestia, de ansiedad, mientras se toma la punta de los dedos de la mano izquierda. Por su parte, el Dr. César Nogueira, también integrante de Proas, es el único que está tomándose el saco por las solapas, insinuando que abre su espíritu a la escucha de Borges; manos aferradas como su sonrisa a la cara, lo cual despierta un aura de euforia, de felicidad, de aparente celebración del instante. Y, en último lugar, el Dr. Francisco Dunne, Intendente delegado entonces, tiene un gesto de toda persona con un rol de autoridad, con su mentón alto, sus manos tomadas detrás de la espalda, mira a Borges y nunca sabremos si algunos de sus textos le agradó. Minutos después, Jorge Luis Borges brindará una conferencia y mantendrá un diálogo con los asistentes, que en total y según la digitalización de la cinta original duró 59:51 minutos. No pasaron dos y lanzó su primera expresión en otro idioma, en francés, embarras du choix para decir que fue difícil elegir entre tantos “admirables poemas”de Lugones y de cinco para citar a otro autor, Góngora:
Plumas vestido ya
La selva mora  

** Fotografía en cobertura de Borges en Villaguay incluida en el texto: Raúl Jaluf.

*** El autor agradece especialmente a a Miguel Ángel Federik, por el material aportado. Y a Luisina Robles, Facundo Piris, Flavia Bupo y Manuel Samayoa Salas, por la colaboración.

***

[1] Noticia publicada por diario El pueblo, Villaguay, Entre Ríos, Arg., 9 de noviembre de 1981.    
[2] De Alejandro Vaccaro en “Georgie, 1899-1930”, citado en La tumba marginada de un ilustre desconocido, http://culturagualeguay.blogspot.com/2011/08/la-tumba-marginada-de-un-ilustre.html (consultado 16-5-2021).
[3] Ídem.
[4] Pág. 235
[5] Ídem.
[6] Op. Cit. Pág. 234
[7] Ídem 233.
[8] Silvia Baron Supervielle, lettres à des photographies, Gallimard. Pág. 5
[9] Silvia Baron Supervielle, lettres à des photographies, Gallimard. Pág. 59.
[10] Op. Cit. 235.
[11] Borges, Jorge Luis (1980). Prólogo con un prólogo de prólogos, seguido de un Ensayo Autobiográfico. Ed. Gallimard, Francia, pág. 249.
[12] Ídem. 264.
[13] Carrizo entrevista a Borges, online en https://www.youtube.com/watch?v=dUZJGhPqspQ&ab_channel=Raridades (consultado el 27-5-2021).
[14] Op. Cit.
[15] Prologo de Carriego, de Borges (1930)
[16] Borges, Jorge Luis (2011) Textos recobrados, tomo III. Ed. Sudamericana, Argentina, p.166.
[17] Del Longo, iris Estela (2007). La herencia entrerriana de Borges, Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad complutense de Madrid.
[18] Villaguay tiene actualmente 45 mil habitantes aproximadamente, es la ciudad cabecera del Departamento homónimo, ubicado en el centro de la provincia de Entre Ríos; a su vez,  ésta compuesta por otros doce departamentos. A su vez, Entre Ríos, es una de las 23 provincias argentinas, ubicada limítrofemente al sur con la provincia de Buenos Aires; al norte con la provincia de Corrientes; al este con la provincia de Santa Fe y al oeste con la República Oriental del Uruguay.
[19] Edición impresa n° 15.351, miércoles 4 de noviembre de 1981.
[20] No olvidemos que cuando Borges visitó Villaguay, faltaban dos años, un mes, semanas y días para retomar la democracia.
[21] Edición impresa n° 15.3543, sábado 7 de noviembre de 1981. 

***

Mario Daniel Villagra (1987) nació en Villaguay, Entre Ríos. Desde el 2017 reside en Francia, donde actualmente realiza la tesis doctoral “La escuela entrerriana de escritores: origen y alcance de un gajo de la literatura argentina del SXX”, en la Universidad Sorbonne Nouvelle – París 3, luego de haber finalizado, en 2020, el Master en Estudios Hispánicos e Hispano Americanos orientado a la investigación. Es Licenciado en Comunicación Social, por la Facultad de Ciencias de la Educación (UNER). En 2015 publicó Poemas del Principiante (Árbol Animal, Buenos Aires) y en 2016 formó parte de la Antología poética Juan Laurentino Ortiz (Bruma, Mendoza). En 2018 publicó Benavento (Azogue Libros, Paraná), dedicado a la vida y obra del maestro y escritor, y en 2020 la novela Los Mandatos de Camilo Fink (Panza Verde, Concordia). Entre 2014 y 2022 dirigió cuatro películas: “Marta Zamarripa, una poeta en pie” (2do Premio del Certamen Miradas 2016); “Miguel Ángel Federik, el poeta descalzo”; “Arnaldo Calveyra, tras sus huellas” y “Silvia Baron Supervielle”, estas dos últimas estrenadas en la Casa de América Latina de París.

septiembre 2022 | Revista El Cocodrilo

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