Malcon Perucca

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA EDUCACIÓN DURANTE LA PANDEMIA, POR MALCON PERUCCA

por El Cocodrilo

“No hay pensamiento aislado, así como no hay hombre aislado. […]
El mundo humano es un mundo de comunicación entre sujetos”. 
(Freire, P. 1973, Extensión o comunicación. La concientización en el medio rural.)

“Admitamos lo que todos los idealistas admiten: el carácter alucinatorio del mundo”. (Borges, J.L., 1932, “Avatares de la tortuga”, Discusión.)

Algunas reflexiones sobre la educación, escritas durante la pandemia por COVID-19, un tiempo que no nos permite estar distraídos.

Estamos situados en América Latina, una de las regiones del mundo con mayor desigualdad social y económica, donde la distribución de la riqueza es tan profundamente inequitativa que constituye un fenómeno estructural y donde es tajante la diferencia de oportunidades en el acceso a la educación. Esto no puede desconocerse a la hora de pensar la escuela, a la hora de pensar el “texto en contexto”. En otras palabras, estamos en un territorio que, estructuralmente, padece los efectos de las políticas neoliberales, como el vaciamiento de la educación pública y de todo lo público, con consecuencias a largo plazo. 

Los procesos en relación con la educación tienen un ritmo más profundo y lento que el propio devenir de la historia y sus coyunturas. En este sentido, no se puede ignorar que el sistema económico imperante, en su fase neoliberal, entre sus valores supremos tiene las máximas del Dios Dinero, las cuales contribuyen a la configuración —tan imprescindible a dicho sistema— de sujetos individualistas, competitivos, consumistas y ahistóricos. En ese orden, casi no hay lugar para dar valor, en lo hegemónico, a la salud mental.

Como educadores, a contrario sensu, hay una pregunta en la que parece fundamental hacer énfasis: ¿qué es lo importante, lo urgente? En este sentido, ¿qué (saberes) se jerarquiza(n)? Con esto, nos habilitamos a preguntarnos cómo jerarquizamos en las escuelas la salud mental, ya que, en tiempos donde se desnuda con fuerza uno de los mayores miedos humanos —el miedo a la muerte—, resulta ineludible pensar cómo habilitamos y nos habilitamos para que nuestros estudiantes puedan construir sentidos más vitales y puedan poner palabra a tanta angustia, teniendo como referencia lo que Paulo Freire evidenció sobre “la cultura del silencio”. Precisamente, la virtualidad expone aun más a los educandos, con la consecuente inhibición para poder decir. De ahí la importancia de preguntar, por ejemplo, algo tan sencillo como importante: “¿cómo están?”.

No podemos olvidarnos de la feroz batalla cultural con el neoliberalismo que, además de un sistema económico, es un constructor omnipresente de subjetividades funcionales a su engranaje. Al decir de aquella Beatriz Sarlo: “No hay docente que no pierda por goleada contra Susana Giménez”. En otras palabras: ¿contra quién batallamos, si no es contra ese sistema de educación paralelo y constante como son los fascistas, los medios masivos de comunicación, el discurso de las publicidades que apuntan con fuerza sobre los jóvenes que consumen, las celebrities y un largo etc.? 

Entonces, para seguir habilitando a los y las estudiantes a recuperar la escala humana, nuestra tarea es profundizar lo que ha rescatado Freire en su maravillosa praxis: la educación es un acto político o no es. 

En su libro pre pandemia Elogio a la docencia (2019), el profesor argentino Federico Lorenz se refiere a lo imprescindible de pensar, colectivamente y desde una “escala humana”, un proyecto políticamente emancipatorio. En este sentido, afirmamos que una educación para la libertad debe enmarcarse como práctica de formación para la memoria social comprometida con los Derechos Humanos, la cual nunca es estática y siempre está en pugna. Se trata de asumir una postura ético-política del lugar desde el cual educamos y nos educamos. 

Resulta fundamental, por lo tanto, poner la “escala humana” en el centro del proceso educativo, insistir en pensar las angustias presentes, que afectan nuestra salud mental, nuestros cuerpos y nuestros lazos, como parte de lo social, como algo que no tiene que ver con la individualidad y que no ocurre por mera culpa de cada uno sino como consecuencia de un contexto singular e histórico. Allí, entonces, es donde debemos profundizar una formación con sentido histórico —en diálogo y escuchas— que politice las existencias y proponga alternativas posibles a lo que, en palabras  de Lorenz, parece fatal “bajo el cuarzo unificador de las pantallas”. 

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Malcon Perucca es abogado y docente en la Facultad de Derecho (Universidad Nacional de Rosario). 
Miembro activo del Instituto de investigaciones Paulo Freire. Espacio de Filosofía, Ciencias Sociales, Ética y Prácticas Alternativas en Educación de la misma facultad.

agosto 2021 | Revista El Cocodrilo

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