POEMAS PARA LEER DESCALZA, POR JULIA MARTINO

por El Cocodrilo

Las Bacantes

Al fin, por la noche
la luna desplaza
Irrumpe
el territorio del Señor Del Fuego
Despliega
sus ropas plateadas;
despierta con su arrullo a las bestias
nocturnas.
Inmensa en su omnipresencia
ordena la marea.
El tiempo de Dionisio
suspende lo humano

La coreógrafa del mundo
es ella.

Golpes
golpes sobre la tierra
deseo de movimiento
arropadas por hojas
enredadas en los cuerpo mojados
Equidistantes.

Golpes
golpes
sobre
La tierra
hacen testigo a la luna
infinitamente.

La próxima vez

Me fascinan las historias de fantasía
las épocas antiguas y los seres mágicos.
Me gusta pensar que
en otro tiempo
fui parte de otro mundo
en una historia que no conocía
de fronteras.

Quienes la habitaban
sabían los nombres de las aves
de todas las flores
como nosotres conocemos los nombres de las
divisas y marcas multinacionales.
En una historia donde yo no era protagonista
sino parte de la selva espesa de lo real.

El bosque, un viejo amigo
lugar seguro y transitado
se vuelve cenizas
sin que lo hayamos explorado.

Descalza recorrí arroyos, ríos y montañas.
Mis pies
sin un rasguño
frescos
en la corriente de agua
Ahora secos
encerrados en tiras plásticas
para protegerse de la basura
del mismo material fabricada
por el hombre,
por el hombre.

Me pongo en el cuerpo
una crema blanca
para sentarme a leer
Afuera
y no ser devorada por los mosquitos.

Me pregunto
si existirán senderos
aguas vivas o montañas deshabitadas
esperándome
para reencontrarnos
la próxima vez.

Lomo salado

Vengo de dos ríos
que se caen al mar
Tengo el lomo salado
el cuerpo húmedo y una sed
candente

Abramos el cuerpo áspero
dejemos perfumar con musgos el habla
La palabra humana
Si querés recordar cómo nadar
en océanos
tendrás que olvidar cómo caminar
en cemento.

¿Evolución?

Me duelen los oídos por el viento.
Raspa el aro de acero
quirurjico
irrumpe chiflando, desparramando
soplos altivos
que se clavan, al instante
de punta como serias miradas
en lo profundo del tímpano
Duele.

Es gracioso.
en qué parte del proceso
habré perdido la habilidad de escuchar el viento?
será por la falta de pelo?
A veces
la evolución no me cierra.

De pueblo

El invierno es otro por acá,
en el pueblo.
Temprano
la helada se extiende con violencia
el pasto se destiñe hasta ser arena.
Más allá del cielo,
se despliega
el rocío de verano con su humedad profunda.
Más acá del océano,
la escarcha amanece
en rejas, ventanas, puertas y tejados.

A la hora del gallo,
bajo un ladrillo
acomodado a los pies de un limonero

descansan los bichitos bolita,
lagartijas plateadas y escarabajos rudos.

Ya se siente el solcito
en la casa del al lado,
preparan una salsa.
Laurel y pimienta negra molida
impregnan los espacios vacíos del aire
junto a un balbuceo de palabras
familiares de puertas sin llave.

En Rosario nadie se levanta
con la helada a los pies de la cama.
el muro de cemento es inminente
separa bruscamente a los pies
del pasto.

En mi pueblo
el gas es lo único natural
que no se consigue
que no se tiene a mano.
la garrafa y la leña
intentan ser abrigo
dentro de paredes de piedra fría.

El abrazo intrépido de la naturaleza
La noche oscura,
los ruidos indescifrables de animales,
tal vez
fantasmas.
El silbido de los árboles y las chacras.
Las cosas en su esencia cruda y simple
en su pureza
permanecen.

***

Julia Martino (Rosario, 1999) vivió hasta los 18 años en un pueblo cercano a Rosario, Bigand. Es Profesora en Letras egresada de la UNR. Actualmente se desempeña como  docente de lengua y literatura en nivel medio y, además, escribe, baila, canta y practica yoga. 

***

agosto de 2024| Revista El Cocodrilo

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