TRES POEMAS (Y UNA NOTA) EN TORNO A KASPAR HAUSER: VERLAINE, TRAKL, ZECH

por El Cocodrilo

Paul Verlaine (Metz, 1844 – París, 1896)

Gaspard Hauser canta

Huérfano calmo he venido 
–con la riqueza tan solo de mis ojos tranquilos–
a los hombres de la gran ciudad:
mas ellos no me hallaron sagaz.

A los veinte, un nuevo disgusto, 
bajo el nombre de flamas amorosas,
me hizo a las mujeres hallarlas hermosas:
mas ellas no me hallaron a su gusto.

Aunque sin patria y sin soberano
y algo menos que valiente,
quise en la guerra hallar mi muerte:
mas la muerte no me ha deseado.

¿Nací muy pronto o he tardado?
¿Qué es lo que hago en este mundo?
¡Oh, vosotros, mi dolor es profundo:
rezad por Gaspard, el desgraciado!

(Trad. de Tomás Sufotinsky)

Gaspard Hauser chante

Je suis venu, calme orphelin,
Riche de mes seuls yeux tranquilles,
Vers les hommes des grandes villes:
Ils ne m’ont pas trouvé malin.

À vingt ans un trouble nouveau,
Sous le nom d’amoureuses flammes
M’a fait trouver belles les femmes:
Elles ne m’ont pas trouvé beau.

Bien que sans patrie et sans roi
Et très brave ne l’étant guère,
J’ai voulu mourir à la guerre:
La mort n’a pas voulu de moi.

Suis-je né trop tôt ou trop tard?
Qu’est-ce que je fais en ce monde?
Ô vous tous, ma peine est profonde:
Priez pour le pauvre Gaspard!



Georg Trakl (Salzburgo, 1887 – Cracovia, 1914)

Canción Kaspar Hauser [1]

para Bessie Loos

Él realmente amaba el sol, que púrpura bajaba la colina,
los caminos del bosque, el negro pájaro cantor
y la alegría del verde.

Serio era su morar en la sombra del árbol
y puro su semblante.
Dios pronunció una tierna llama a su corazón:
¡Oh hombre!

Calmo encontró su paso la ciudad al atardecer;
el oscuro lamento de su boca:
yo quiero ser un jinete.

A él empero lo seguían mata y animal,
casa y jardín crepuscular de hombres blancos
y su asesino andaba buscándolo.

Primavera y verano y bello el otoño
del justo, su paso suave
bordeando las oscuras piezas de soñadores.
De noche se quedaba a solas con su estrella;

veía caer nieve en deshojado ramaje
y en el crepuscular corredor la sombra del asesino.

Argéntea cayó la cabeza del no-nacido.

(Trad. de Pablo Ascierto)

Kaspar Hauser Lied

Für Bessie Loos

Er wahrlich liebte die Sonne, die purpurn den Hügel hinabstieg,
Die Wege des Walds, den singenden Schwarzvogel
Und die Freude des Grüns.

Ernsthaft war sein Wohnen im Schatten des Baums
Und rein sein Antlitz.
Gott sprach eine sanfte Flamme zu seinem Herzen:
O Mensch!

Stille fand sein Schritt die Stadt am Abend;
Die dunkle Klage seines Munds:
Ich will ein Reiter werden.

Ihm aber folgte Busch und Tier,
Haus und Dämmergarten weißer Menschen
Und sein Mörder suchte nach ihm.

Frühling und Sommer und schön der Herbst
Des Gerechten, sein leiser Schritt
An den dunklen Zimmern Träumender hin.
Nachts blieb er mit seinem Stern allein;

Sah, daß Schnee fiel in kahles Gezweig
Und im dämmernden Hausflur den Schatten des Mörders.

Silbern sank des Ungebornen Haupt hin.



Paul Zech (Biessen [Prusia Occ.], 1881 – Buenos Aires, 1946)

Himno a Kaspar Hauser 

Siempre te ha llamado el paisaje.
Cada estanque hizo emerger tu rostro.
Y las alondras buscaron en tus cabellos
año tras año el trébol púrpura.

Querías convertirte en un rey entronizado
y marchar en cruzada hacia la India.
Una princesa mintió entonces:
ya no serías más su hermanito.

Entonces el Dios Padre te acosó hasta muy lejos 
sobre el rastro del ciervo a través de las provincias. 
Pero en la encrucijada te quedaste, donde hondo
mujeres de rodillas te conmovieron de pena.

Tu boca se había vuelto una herida de amapola 
azul, de com-pasión, movida a la ternura.
Quisiste ser jinete blanco de estrellas, 
pero era demasiado el caudal de tu corazón.

Los hombres tienden puentes por doquier
sobre toda melancolía, que harta
está del mundo y quiere morir.
Los hombres te han rechazado.

Arrojado bien adentro en la nieve.
Ahí estaba la luna con el hacha.
Y cayó en la nieve tu cabeza.
Ahí, tu corazón tiñe ya tan rojo el mundo.

(Trad. de Tomás Sufotinsky)

Hymne an Kaspar Hauser 

Die Landschaft hat immer nach Dir gerufen.
Jeder Teich warf Dein Gesicht herauf.
Und die Lerchen suchten in Deinen Haaren
jahraus und jahrein den purpurnen Klee.

Du wolltest ein thronhoher König werden
und im Kreuzzug nach Indien ziehn.
Da hat eine Prinzessin gelogen:
Du seist nicht ihr Brüderlein mehr.

Da hat Dich der Gottvater dem Hirsch auf die Fährte 
weit durch die Provinzen gehetzt.
Du aber bist auf dem Kreuzweg geblieben,
wo Dich die Frauen, die knieten, tief rührten mit Leid.

Dein Mund war eine mohnblaue Wunde
aus Mit-Leid geworden, in Zartheit gerückt.
Wolltest ein weisser Sternreiter werden, 
hast nur zuviel Ströme Herz gehabt.

Die Menschen baun überall Brücken 
über jegliche Schwermut, die krank 
von der Welt ist und sterben will.  
Die Menschen haben Dich fortgestossen. 

Weit fort in den Schnee getrieben.
Da stand der Mond mit dem Beil.
Und Dein Haupt ist in den Schnee gesunken.
Da färbt jetzt Dein Herz die Welt so rot.

***

Artículo sobre Kaspar Hauser tomado de la enciclopedia
Meyers Konversations-Lexikon (1905), Tomo 8, pp. 885ss. 

Hauser, […]
2. Kaspar, el controvertido niño expósito cuya historia aún hoy no se ha esclarecido del todo. El lunes de Pentecostés (26 de mayo) de 1828 por la tarde, un muchacho de comportamiento torpe y vestimentas de campesino entregó en el Unschlittmarkt [2], en Núremberg, a un vecino una carta dirigida al capitán de caballería von Wessenig, a quien fue transmitida, pero que remitió a la policía. En la carta, “de la frontera bávara, el sitio no tiene nombre, 1828”, el autor se nombraba a sí mismo como un pobre jornalero y decía que el muchacho le fue dejado ante su puerta el 7 de octubre de 1812; lo despachó en secreto, pero le enseño a leer, a escribir y el cristianismo, lo llevó viajando sólo de noche hasta Neumarkt; el muchacho quería ser jinete (“caballería” [Schwolischeh]). Una nota escrita con letras latinas presuntamente por la madre, pero que procedía visiblemente de la misma mano, indicaba que había dado a luz al muchacho el 30 de abril de 1812, que su nombre era Kaspar y su padre, otrora parte de la caballería ligera en el sexto regimiento en Núremberg, había muerto. Hauser fue resguardado como joven abandonado y sin patria en la Torre Vestner bajo la vigilancia de un carcelero; no se realizó un interrogatorio riguroso del desconocido, antes bien, el burgomaestre Binder recogió una leyenda a partir de las respuestas parcialmente sonsacadas a Hauser, que publicó oficialmente y que, si bien estaba mayormente en contradicción con los hechos y por ello no fue probada por las autoridades, sin embargo fue tomada por el público ávido de sensacionalismo como verdad oficial. De acuerdo con ella, Hauser habría sido despojado de su infancia, vestido tan solo con una camisa y pantalones, en un espacio estrecho en el que siquiera podía yacer estirado, con agua y pan, por un hombre que no le dejó dar un paso afuera y le enseñó apenas a leer y escribir; el juego con dos caballos de madera habría sido por mucho tiempo su única ocupación. En un comienzo se quiso pensar que el muchacho era un descendiente de Napoleón, luego de un canónigo von Gutenberg de Bamberg, que habría engendrado con una dama de Königsheim (en Gotha); otros lo vincularon con una dama de alto rango en Hungría. La oferta del rey de una elevada recompensa de hasta 10.000 florines por el descubrimiento de las verdaderas circunstancias de Hauser fue tan infructuosa como los esfuerzos de Lord Stanhope y del señor von Pirch, quien llevó a Hauser a Hungría. El 18 de julio de 1828 Hauser fue entregado al Profesor Daumer en Núremberg para su crianza, sin embargo, su inicial deseo de conocimiento, su memoria y la agudeza de sus sentidos disminuyeron rápidamente, sus avances eran escasos; su carácter, desidioso, mentiroso, irritable y vanidoso. El 17 de octubre de 1829, fue hallado sangrando a causa de un corte inofensivo en la frente, Hauser declaró que había sido infligido de un golpe por un hombre de cabeza totalmente negra mientras estaba en el retrete. Todas las pesquisas en busca del culpable resultaron infructuosas; por su seguridad, Hauser se trasladó a la casa de la magistratura de Biberbach, donde fue constantemente vigilado por dos soldados. En 1830, el Barón von Tucher, designado como su tutor, lo acogió en su casa, en 1831 Lord Stanhope lo tomó como hijo adoptivo y lo envió a Ansbach para proseguir su formación. Allí trabajó Hauser en la oficina del tribunal de apelación y había sido casi olvidado cuando su muerte hizo que se volviera a hablar de él. El 14 de diciembre de 1833, alrededor de las cinco de la tarde, Hauser volvió del jardín del palacio herido en una fuerte nevasca y murió tres días después. Un desconocido, declaró Hauser, bajo el pretexto de compartirle información sobre su procedencia, lo habría convocado en el jardín y le habría dado una puñalada en el costado izquierdo; también había perdido una talega en el jardín. Ésta, con una nota misteriosa, fue encontrada y entregada en el lugar indicado donde, sin embargo, a pesar de la nieve fresca, solo pudieron observarse las huellas de una sola persona. Estas y otras circunstancias enigmáticas, también del primer ataque, dieron lugar a la sospecha de que, por medio de esta herida, que fue sin embargo mortal, Hauser habría querido renovar el enfriado interés por su persona.

Luego de que las suposiciones que surgieron sobre la procedencia del niño expósito se comprobaran inconsistentes y de que la mayoría de las personas que habían tratado con Hauser finalmente arribaran, a partir de su creciente mendacidad y de las numerosas contradicciones, a la suposición de un engaño planificado, un refugiado de Baden, Garnier, publicó en marzo de 1834 en Estrasburgo un opúsculo, “Algunos aportes sobre la historia de Kaspar Hauser”, en el que por primera vez se sentaba la posición (basada tan sólo en una novela sensacionalista de Seybold) de que Hauser nació el 29 de septiembre de 1812, hijo del Gran Duque Karl von Baden [3] y su esposa Stephanie Beauharnais, y habría sido robado por la Condesa Hochberg, viuda del Gran Duque Karl Friedrich, la que lo habría sustituido por otro niño, enfermo de muerte y fallecido el 16 de octubre de 1812, para conseguir a sus hijos la sucesión al trono de Baden […]. Adornado con más detalles, Sebastian Seiler reiteró esta suposición (“K. H., el heredero del trono de Baden”, París, 1840, 3ra ed. 1847) e incriminó al Comandante Hennenhofer su complicidad, que quedó demostrada con sus (falsificadas) cartas y memorias. La postura del origen badense de Hauser se afianzó cuando en el segundo tomo de “Vida y obra de Anselm Ritter von Feuerbach” (Leipzig, 1852), de Ludwig Feuerbach, se publicó un memorándum secreto sobre Hauser para la corte bávara del año 1832, en el que A. Feuerbach estableció la identidad de Hauser con el príncipe heredero de Baden como una certeza moral. El silencio del gobierno de Baden reforzó esta opinión, que un escrito de F. K. Broch ([seudónimo de] G. F. Kolb), “K. H., breve descripción de su aparición y su muerte” (Zúrich, 1859), buscaba fundamentar detalladamente, y que también tanto Daumer –si bien en 1832 e incluso en 1859 en sus “Revelaciones sobre K. H.” había manifestado otro parecer– en un nuevo libro (“K. H. su carácter, su inocencia, etc.” Regensburg, 1837), como el antiguo tutor de Hauser, von Tucher, adoptaron. Recién con la publicación de los documentos oficiales sobre el bautismo de urgencia, la autopsia y la inhumación del príncipe heredero de Baden, nacido el 29 de septiembre de 1812 y fallecido el 16 de octubre de 1812 en el Augsburger Allgemeinen Zeitung [periódico de Augsburgo, n. del trad.] (1857, n. 154), se despejó toda sospecha contra Baden. El hijo de un docente de Hauser, Julius Meyer, fundamentó por primera vez, en los “Auténticos informes sobre K. H., recogidos de las actas judiciales y administrativas” (Ansbach, 1872), que contenían todos los documentos concernientes a él, la opinión del fraude de Hauser. La minuciosa obra de A. von der Linde, “Kaspar Hauser, una leyenda neo-histórica” (Wiesbaden, 1886, en dos tomos), que desarrolla asimismo toda la extensa literatura, ha comprobado irrefutablemente que Hauser –inicialmente porque tenía algo que esconder– se volvió un mentiroso, un impostor gracias a la extravagancia de su entorno (en particular el de Daumer y Tucher) y, finalmente, un suicida. El interés llamativamente vivo que halló Hauser entre sus contemporáneos se explica por la pobreza de otros intereses públicos en la Alemania de la época, mientras que la inicial falta de toda investigación sistemática hace comprensible que no se sepa quién ha sido el impostor. Cf. O. Mittelstädt, “Kaspar Hauser y su principado badense” (Heidelberg, 1876), donde se examina críticamente todo el material conocido hasta ese momento. Los escritos tardíos de Kolb (Regensburg, 1883) y Artin (Zúrich, 1892) carecen de valor. Braun reunió toda la literatura sobre Hauser en la revista “Börsenblatt für den deutschen Buchhandel” (28 y 30 de diciembre de 1901).

(Trad. de Tomás Sufotinsky)


[1] Publicado originalmente en Trakl, G. (2016). Sebastian en el sueño. Rosario: Ed. Abend.
[2] Antiguo nombre del actual Unschlittplazt, “plaza del sebo”, donde se comerciaba la grasa para la fabricación de velas, jabón, etc. (Nota del trad.)
[3] Karl Ludwig Friedrich (en esp. Carlos II de Baden) (Nota del trad.)

agosto 2022 | Revista El Cocodrilo

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