EL VIENTO SIGUE SOPLANDO, POR MARCELO BONINI

por El Cocodrilo

El viento sigue soplando
Marianela Scocco
Editorial Último Recurso
2016 |
190 páginas

La historiadora Marianela Scocco nos presenta, en un balanceado equilibrio de  datos y análisis, un relato acerca de los orígenes y la fundación de las Madres de Plaza 25 de mayo de Rosario. La investigación parte de un interrogante sencillo pero convocante que podría formularse así: ¿cuándo se fundó la filial Madres de Plaza 25 de mayo de Rosario y quiénes o qué organismos participaron de ella?

Si bien la autora recurre a algunos documentos –prensa, comunicados y declaraciones de organismos de derechos humanos, informes de los servicios de inteligencia, etc- estos constituyen un corpus más bien escaso. La historiadora da cuenta de que no existe, por ejemplo, un acta o un documento fundacional donde se constate una fecha y un grupo puntual de personas que haya fundado Madres de Plaza 25 de mayo de Rosario. Scocco, -quien en 2010 participó del documental Arderá la memoria, también sobre la temática de Madres- construye su tesis de licenciatura devenida libro a partir de la metodología de la historia oral. Enhebrando entrevistas y testimonios de, principal pero no exclusivamente, las Madres Norma Vermeulen, Nelma Jalil, Darwinia Galicchio y Esperanza Labrador, Scocco pone a funcionar la maquinaria de una memoria siempre cambiante a partir de la cual van surgiendo diferentes sentidos tramados desde las vivencias subjetivas de cada una de estas mujeres. Al no haber demasiados registros de la actividad de Madres en la prensa escrita, al menos hasta principios de los 80, las entrevistas que Scocco recupera funcionan como un archivo político y social de la historia reciente  de los últimos cuarenta años de la ciudad de Rosario – y sus relaciones con la Capital Federal- , desde una perspectiva de los derechos humanos y, ante todo, desde la reconstrucción de la experiencia de las Madres.

El viento sigue soplando está compuesto por cuatro capítulos. El primero de ellos -“La violencia del Estado y los organismos de derechos humanos”- busca analizar la capacidad de respuesta y organización de diversos organismos de derechos humanos de la Argentina y en particular de la ciudad de Rosario en el contexto de la última dictadura argentina, donde el Estado encarnó de modo absoluto el monopolio de la violencia, no sin complicidad de sectores de las sociedad civil y el empresariado.

En este capítulo, Scocco rastrea los distintos organismos de derechos humanos que ya existían antes del marzo del 1976 –el más antiguo es la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH), fundada en 1937, durante la década infame de Agustín P. Justo- u otros que se formaron durante la dictadura, como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) en 1979 a manos de abogados (p. 52-53). Otros organismos de suma importancia son la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), cuya constitución definitiva, que se venía gestando desde 1976, se realizó en 1979 y el grupo de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones Políticas y Gremiales, espacio de encuentro para parte del grupo que luego se convertiría en Madres. En suma, lo que se destaca aquí es cómo, una vez bajo la dictadura, estos organismos consensuan una especie de reclamo universal por los desaparecidos y detenidos, y abandonan, al menos de manera temporaria, las banderas partidarias. A nivel organizacional, este es un primer momento de lo que luego será Madres de Plaza 25 de Mayo de Rosario.

El segundo capítulo, “Los inicios de la resistencia”, se ancla en la historia y testimonios de Norma Vermeulen, quien todavía vive, y su posterior relación con Nelma Jalil, una de las primeras madres en organizarse como tal. Aquí, a través del testimonio de Norma Vermeulen, se nos relata el secuestro de su hijo, Osvaldo Mario Vermeulen, integrante de Montoneros, y la posterior búsqueda que esta emprende. Norma comienza a reunirse en casa de Lucrecia Martínez, otra madre, a partir de los encuentros en el Comando del II Cuerpo del Ejército que comenzaron a tener varios familiares de detenidos-desaparecidos que iban a reclamar por sus seres queridos en esa institución. Posteriormente, la Liga por los Derechos del Hombre les cede una habitación en su lugar de reunión, una casa en la cortada Ricardone. Allí se fundó Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones Políticas y Gremiales, grupo en el cual Norma participaba activamente, recibiendo denuncias, escribiendo solicitadas, juntando dinero, organizando misas, etc.  Este grupo trabajó con cierto paralelismo al de Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires pero todavía en Rosario no se había conformado como filial del grupo porteño. En sentido estricto, la fundación oficial del grupo de Madres de Rosario ocurre luego de finalizada la dictadura. Es de sumo interés lo que acota Scocco, luego de articular los testimonios de Norma con los eventos sucedidos: “(…) la historia oral tiene como elemento fundamental a la memoria (que) nos habla más de los significados que de los propios acontecimientos” (p. 101)

“La conformación de la delegación Rosario de Madres de Plaza de mayo”, tercer capítulo de El viento sigue soplando, comienza con las historias de vida de Esperanza Labrador y Nelma Jalil, quienes se conocían desde antes de los hechos que organizarían a amabas como principales propulsoras en torno a Madres. Con algunas diferencias pero compartiendo el mismo núcleo que la historia de Norma Vermeulen, en el caso de Esperanza, una vez asesinados sus hijos mayores –de militancia peronista y luego en Montoneros- y su esposo –Galtieri le declara que la muerte de este fue “un lamentable error”-, ella emprende junto a su hija María Manuela la búsqueda de Miguel Ángel, el hijo menor cuyo paradero se desconoce desde septiembre de 1976. Nelma Jalil, quien se desempeñó como presidenta de Madres de Plaza 25 de mayo de Rosario hasta su muerte en septiembre de 2008, buscó a su hijo desde el 15 de octubre de 1976, cuando Sergio Jalil fue secuestrado.

El cuarto y último capítulo, “La historia de una búsqueda” está centrado en torno a la historia de Darwinia Gallichio, quien hasta su fallecimiento en 2008 portó la doble condición de Madre y Abuela de Plaza 25 de Mayo de Rosario. De esta última organización, ella fue una sus fundadoras en 1984. Su hija Stella Maris fue secuestrada en 1977 y su nieta Ximena Vicario apropiada, a quien recién el 10 de octubre de 1991 le fue restituida la identidad  luego de una larga puja mediática y legal en la cual su abuela tuvo un rol fundamental para su recuperación.

En definitiva, el libro de Scocco plantea un recorrido por la vida de las cuatro Madres mencionadas sin dejar afuera otros testimonios de otros casos. Este recorrido, por su parte, se va articulando, mediante los testimonios de las Madres y el análisis de Scocco, en torno a la conformación de Madres de Plaza 25 de mayo de Rosario –también se menciona a la filial de Abuelas- sin dejar afuera los conflictos que existieron entre Madres y Abuelas con, para ejemplificar, la Conadep. Tampoco se dejan atrás los conflictos al interior, es decir, la política de las instituciones, como el manejo de fondos por parte de Madres de Buenos Aires, la cual, en ese momento, no enviaba dinero a las filiales del interior. Por estos motivos, El viento sigue soplando constituye un valioso aporte a la historia local que, necesariamente, se articula con la del país y con una misma causa.

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