LAS INQUIETUDES DEL ANTEMOMENTO, POR ISMAEL GARCÍA

por El Cocodrilo

antemomento
Thiago Susan
Micro Editorial Inmanencia
2023 |

Se sostiene la cabeza con la palma de la mano derecha. Cree que está a salvo de las miradas del público, distraídos por un video proyectado sobre la pared del fondo. Mira un punto en el piso, entre los sillones y la gente a la que, si levantara la cabeza, vería con las caras iluminadas por las pantallas de los celulares que lo enfocan. Piensa, acaso, en la importancia asignada al momento. Odia lo sublime; prefiere lo anticlimático, lo que sucede cuando se deja de esperar. Sin embargo, espera, atento. Se pregunta qué será de nosotros ahora. 

antemomento (sic) es una obra con conciencia de sí misma, de su propia producción. Arriesgo una hipótesis: antemomento es una maravilla estadística. No es ninguna novedad que el presente es un tiempo marcado por ciertas características fácilmente reconocibles. Velocidad, vértigo, aceleración, pero también fugacidad, actualización, estímulos constantes. Las ventanas de atención disminuyen a medida que aumenta la facilidad de consumo digerido. No es ninguna sorpresa que eso afecte la producción artística y cultural, tanto que se acuñó un nuevo término para quienes realizan este tipo de productos: creadores de contenido. De qué va ese contenido, no importa, siempre y cuando exista y sea de fácil acceso. La producción literaria no es ninguna excepción. Así, vemos emerger un sinnúmero de productos literarios (mayoritariamente poéticos) favorecidos por la instantaneidad y la hiperconectividad que ofrece internet en tanto red descentrada e infinita (ese objeto espantoso, diría Borges). La conectividad ofrece muchísimos beneficios, es cierto, entre ellos la para nada despreciable democratización del conocimiento y de las posibilidades artísticas, y ya son muchas las experiencias que, a lo largo y ancho del globo, ven en esto una posibilidad real de otros modos de producir. Sin embargo, no debemos ignorar otros efectos un tanto más perniciosos. No tenemos que comernos la curva del “gran artista” que, ansioso –para muchos, la patología del capitalismo tardío–, busca mostrarse cuanto antes. Como ya dije, la democratización de los modos de producir y de difundir son (y deben ser) defendibles. Pero ante la demanda de velocidad y actualización constante, el poeta contemporáneo –imagen susceptible a acusaciones de arbitrariedad– busca el resultado antes del proceso. Como esa imagen conocida por citada de una flecha que, de tan rápida, llega al blanco antes de abandonar el arco. Si la idea de texto definitivo solo puede deberse al cansancio, es fácil imaginar qué sucede cuando la resistencia disminuye junto con la capacidad de atención. Los resultados están a la vista. No me refiero a grados de perfeccionamiento técnico (requeriría de un análisis de corpus), sino a algo más volátil. Los modos de imaginación poética están viendo un retroceso cuya única explicación puede ser la siguiente: si la velocidad obliga –consciente o inconscientemente– a la publicación inmediata –en su sentido estricto, sin mediación, en este caso, de trabajo y corrección–, la única forma de justificar ese resultado veloz y casi intuitivo es un regreso a imaginarios románticos. 

En este sentido –y solo en este sentido–, antemomento es un texto profundamente antirromántico. Con esto quiero decir que es el resultado de un proceso extenso y laborioso de corrección y reescritura, a tal punto que quien lo escribió afirma sin picaresca que en el tiempo que tardó en editar lo escribió por completo más de una vez (minuciosidad de artesano que, por otra parte, se puede observar también en la manufactura consciente de la edición). Pero eso, dicho y tomado fuera de contexto, parecería implicar que los textos románticos no eran sometidos a largos procesos de corrección, algo que no es cierto: la literatura romántica tenía posiblemente un grado de trabajo orfebre muy alto que sus autores ocultaban. La inspiración era parte de su mitología, no necesariamente de su materialidad. El poemario de Thiago Susan es antirromántico no por el hecho de que haya sido trabajado a conciencia, sino en tanto no comulga con el discurso sobre sí mismo del texto romántico. No se imagina resultado de una inspiración momentánea, sino que es un texto que necesitó tiempo para tomar forma. Esta es la extrañeza de los versos que lo componen: son al mismo tiempo un poema y un discurso sobre la escritura de poemas (cuando no de la poesía y el arte). La potencia de antemomento reside en que nos muestra de un solo vistazo la artesanía y la mesa de trabajo, y se muestra lleno de preguntas. El escritor de estos poemas rechaza los laureles que otros desean con ardor. Se aleja de estrados iluminados prematuramente. Ama el laboratorio de la escritura, ese antemomento donde las inquietudes cobran la potencia de un acto. Odia la poesía de producción fordista, fiel a la idea que leyó en Walsh o en Rilke de que no hay que escribir si se puede vivir sin hacerlo. 

Me gustaría continuar la imagen que abre este ensayo. Mientras otros leen sus poemas, él, incómodo, se revuelve en el sillón. Lentamente echa la cabeza hacia atrás y se hunde en pensamientos que imagina solitarios. Nunca se equivocó tanto. Quienes lo escucharon, quienes lo lean, lo acompañarán siempre; no en los momentos importantes que se asemejan más a un secuestro emocional que a un acontecimiento, sino en los antemomentos de las amistades martianas, del estudio y la práctica, de la tristeza y la reflexión, de la melancolía y del anochecer, de la lectura improductiva, de las cosas que se dicen sin planificar. Tal vez no lo sabe, pero son los vividores de momentos los solitarios, porque disfrutan individualmente de una experiencia prefabricada. Los que reconocen el antemomento, ese tiempo contenido que también es germen, que también es potencia, se acompañan en las incomodidades inciertas de la experiencia colectiva.

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Ismael García nació en 1996, en Rosario. Es Profesor y Licenciado en Letras por la Universidad Nacional de Rosario. Actualmente se desempeña como docente de Escuela Media y como Auxiliar Adscripto en la cátedra de Literatura Iberoamericana I de la carrera de Letras en la UNR. También se encuentra realizando un Doctorado con una investigación acerca de la relación entre la literatura y distintas estrategias colectivas de producción en narrativa contemporánea.

Ilustración: Julieta Elzeard.

diciembre 2023 | Revista El Cocodrilo

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